Suelta el Control y Abre tu Corazón: Transformando la Convivencia en Pareja

Durante muchos años, sentí frustración hacia mi esposo porque me enfocaba en lo que no hacía como yo quería. Por ejemplo, llegaba a casa más tarde que él y encontraba los platos sucios esperándome mientras él descansaba viendo un partido. Muchas veces discutíamos, y le decía: “¿No se te ocurre lavar los platos? ¿O tal vez echar la ropa a lavar?”. A lo que él respondía, tranquilo: “No me dijiste, ¿cómo voy a saber?”. Ese tipo de respuestas eran como encender la mecha, y no podía entender su falta de proactividad en las tareas del hogar.  

Cuando nacieron nuestras hijas, las presiones aumentaron, y las discusiones también. Una noche, después de acostarlas, encontré la ropa limpia aún sin doblar sobre la cama y él recostado al lado. Me enfurecí y lo enfrenté, reclamándole por no haberla doblado. Él, sin alterarse, respondió: “No la doblé porque sabía que la ibas a desdoblar y volver a doblar como a ti te gusta, así que preferí no perder mi tiempo.”  

En ese momento, mi mente se llenó de imágenes de todas las veces que había corregido lo que él hacía:  

– Reacomodaba los platos en el lavavajillas porque no me parecía eficiente cómo los colocaba.  

– Reorganizaba los trastes en la alacena porque no estaban donde a mí me gustaba.  

– Desdoblaba las camisas para volver a doblarlas como yo quería.  

– Cambiaba la orientación del rollo de papel porque él lo ponía “al revés.”  

– Estiraba las sábanas y la colcha porque las dejaba “chuecas” …  

Entonces lo entendí: ¿Por qué iba a participar si nada de lo que hacía era suficiente para mí? Me di cuenta de que esa necesidad de control estaba afectando nuestra relación y su participación en el hogar.  

Cómo Negociar los Detalles Transformó Nuestra Relación  

Esa misma noche, le propuse que llegáramos a un acuerdo sobre cómo doblar la ropa. Me explicó su forma y resultó ser más sencilla que la mía. Decidimos que las doblaríamos a su manera. Poco a poco fuimos negociando cada detalle del hogar: cómo colocar los trastes en el lavavajillas, dónde acomodar cada cosa en la alacena e incluso si el rollo de papel iría “derecho” o “al revés,” algo que terminó siendo un “No importa, el papel no tiene derecho ni revés.”  

También repartimos responsabilidades:  

– Él se encargaría de la basura, y si la olvidaba, no lo presionaría; sabía que la recogería al día siguiente.  

– Nos turnaríamos para dormir a las niñas; quien no las durmiera, limpiaría la cocina.  

– Los fines de semana, él prepararía el desayuno y yo dormiría un poco más.  

– Si veía ropa limpia para doblar y tenía tiempo, la doblaría sin que yo tuviera que decírselo.  

Poco a poco, negociamos cada pequeño detalle que causaba incomodidad. Aunque parezcan cosas insignificantes, muchas discusiones en pareja surgen por estas diferencias aparentemente absurdas. Como dicen, “el diablo está en los detalles.”  

Dejar Ir el Control para Recuperar el Equilibrio  

He escuchado a muchas mujeres, incluyéndome, decir que el esposo es como otro hijo más. Pero no es que ellos quieran serlo; a veces los tratamos como tal. Sin darnos cuenta, tomamos el control de cada detalle del hogar, dejando poco espacio para que ellos participen. Esto perpetúa el comportamiento que tanto criticamos.  

Cuando les devolvemos su papel en el hogar, les permitimos asumir responsabilidades y formar parte de las decisiones familiares. Y con esa responsabilidad, todo cambia.  

Nuestra vida es completamente diferente ahora. Después de 12 años de matrimonio, nunca habíamos estado tan bien como ahora, y eso a pesar de haber atravesado crisis muy fuertes. Hoy, nos damos el lugar que cada uno merece, nos escuchamos con respeto y admiración, y podemos hablar de cualquier diferencia sin la necesidad de tener la razón. Hemos aprendido a escucharnos con el corazón abierto, a ponernos en el lugar del otro y a encontrar ese espacio común para cada decisión.  

Invita la Curiosidad y Deja Ir el Control  

Tal vez esta historia te haga reír por lo absurdo de nuestras discusiones, o quizás te resulte familiar. Sea cual sea tu situación, te invito a observar esas diferencias con tu pareja desde la curiosidad, como un espectador externo. Permítete soltar el control y abrir el corazón para negociar desde la comprensión, en lugar de la defensa de tu verdad.  

Comenzarás a notar que hay cosas tan absurdas que dejarás de prestarles atención y simplemente las dejarás ser. Negociar incluso los detalles más pequeños puede transformar tu relación y devolverle la paz y el equilibrio.


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